lunes, 22 de febrero de 2010

LA FE EQUIVOCADA

Me habría gustado conocer a Dick Martin, comediante norteamericano.

En cierta ocasión vio desde la ventana de su cuarto de hotel a un individuo que en su habitación del ala vecina estaba –digamos- satisfaciéndose a sí mismo. Calculó el posible número de esa habitación, y llamó por teléfono. En efecto, el hombre descolgó la bocina.

- A ver si dejas ya de hacer eso que estás haciendo –le dijo Martin con voz grave.
- ¿Quién habla? Se asustó el sujeto.
- Soy Dios –replicó el comediante-. Si sigues con esas cosas te voy a mandar al infierno.

El tipo pudo haber hecho al que llamaba la consabida señal con el dedo medio; bajar la persiana y proseguir su personalísimo quehacer. En vez de eso colgó apresuradamente, y se puso de rodillas junto al lecho para pedir perdón.

La fe es algo muy bueno para buscar las metas de la vida propia, pero no cuando es fuente de ignorancia. Así que en vez de combatir el Cardenal Norberto Rivera Carrera directamente contra los derechos de los homosexuales para adoptar niños, tendría que igualmente combatir esa ignorancia al que me refiero, con los feligreses de su iglesia católica en la comunidad chiapaneca de Los Llanos, ya que ahí los fieles católicos han estado destruyendo las casas que han erigido familias indígenas evangelistas, los han corrido de sus comunidades, no importándoles si con ello los dañan, pero sobre todo a los niños de estas familias evangelistas. Pero estos niños no importan para los jerarcas católicos por el simple hecho de no profesar la misma fe que proclaman. Esto no es nuevo en esta región de Chiapas, pero los sacerdotes católicos lo han permitido por años y ni una mención o condena a estos hechos han pronunciado.

Así es la hipocresía de aquellos que creen que tienen el poder sólo por “predicar la palabra de Dios”.

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